CEREBRO Y MENTE
A
medida que conocemos nuestro cerebro, su evolución, sus límites y funciones, podemos
aprender más de nosotros. Si bien muchas veces los eventos fortuitos se vinculan
con los grandes descubrimientos de la humanidad, la frase del célebre bioquímico
y escritor de ciencia ficción soviético Isaac Asimov, “la suerte favorece sólo
a la mente preparada”, se ajusta mucho a las apariciones de las tan deseadas revelaciones
creativas, que todos tenemos pero podemos prepararnos para tener más.
Hoy
los estudios muestran que hasta un sesenta por ciento de nuestros problemas los
resolvemos mediante dichos fenómenos. Esto significa que las personas no pueden
explicar de manera lógica y secuencial cómo llegaron a una solución. Conocer lo
más posible sobre el estado de tu auto antes de salir de vacaciones te asegura
un viaje más seguro; entonces, conozcamos nuestro recurso más preciado, el
cerebro, y preparémoslo para el viaje más importante… NUESTRA VIDA
Nuestro
cerebro.
Sin
duda, nuestro cerebro es el sistema más complejo de todo el universo. Gracias a
los increíbles avances tecnológicos en el estudio de la mente, se cree que la neurociencia
representará en el siglo XXI lo que representó la microbiología en el XX, la
química en el XIX o la física en el XVIII. Si bien en los últimos diez años
hemos aprendido sobre el cerebro más que en toda la historia de la humanidad,
todavía queda mucho por resolver. ¿Cómo se produce nuestra individualidad como seres
humanos, nuestros talentos, nuestra personalidad?
Cada intención,
cada sueño y cada comportamiento comienzan en el cerebro, que está diseñado
para resolver problemas relacionados con la supervivencia en un mundo inestable
y en constante cambio y movimiento. Esto lo realiza simplemente como estrategia
de pura supervivencia para que podamos pasar nuestros genes a la generación
siguiente. Para vencer los infortunios del medio ambiente a lo largo de la
historia del planeta y hoy pertenecer al pequeñísimo grupo de especies
privilegiadas que sobrevivió, podríamos decir que esto pudo suceder por dos
alternativas: ser más fuertes o inteligentes que los demás. Es decir, agregamos
músculos al esqueleto o neuronas al cerebro.
Evolución
cerebral
CHARLIE PARKER
Los
primeros protomamíferos ancestros
comunes a todos los mamíferos datan de unos ciento ochenta a doscientos
millones de años atrás. Treinta millones de años más tarde aparecen las
primeras aves. Ambos tuvieron los mismos desafíos que reptiles y peces:
ambientes difíciles y predadores hambrientos. Sin embargo, en proporción a su cuerpo,
los mamíferos y las aves desarrollaron cerebros más grandes.
Una
diferencia importante consiste en que ni los reptiles ni los peces cuidan a sus
crías, algunos hasta se las comen, y típicamente llevan una vida de solteros.
Por el contrario, los mamíferos y las aves criamos a los pequeños y, en muchos
casos, tenemos pareja, algunos para siempre. Dicho en términos de neurociencia,
seleccionar una buena pareja, compartir la comida y mantener a los nuestros con
vida requiere un proceso neuronal más importante; planear, comunicar, cooperar y
negociar.
Hoy por hoy, la
mejor evidencia para conocer cuándo nos convertimos en humanos es la
fabricación de herramientas. Si viajáramos por nuestra historia, podríamos
decir que hace unos 2,6 millones de años nos dedicábamos a garabatear en las
rocas y romperlas. Hacíamos hachas de piedra del tamaño de la palma de la mano.
Desde ese momento hasta hoy, el cerebro
ha triplicado su tamaño.
Un millón de
años más tarde, seguíamos con las mismas hachas de piedra, pero entonces empezábamos
a hacerlas puntiagudas golpeándolas contra otras piedras. Nuestro primer
ancestro directo, el famoso Homo sapiens, apareció alrededor de cien mil años
atrás, y entonces se desarrollaba el córtex
prefrontal. Luego algo increíble sucedió: cuarenta mil años atrás
comenzábamos a pintar rocas, esculpir y fabricar joyas. Nadie sabe por qué el cambio
fue tan rápido y abrupto pero la mayoría de los científicos le echa la culpa a la
presión natural que el clima tan cambiante impulsó en la supervivencia de las
especies.
Se cree que unos
dos mil individuos conformaban nuestra tribu de primeros ancestros en África
oriental. Cien mil años más tarde somos más de siete mil millones. La teoría
que explica cómo crecimos tanto, dadas las circunstancias antes mencionadas,
refiere que no tratamos de vencer al clima sino de adaptarnos a la variación.
No nos importó la constancia del hábitat porque ésta no era una opción. En lugar
de aprender a sobrevivir en uno o dos nichos, como la mayoría de las especies, conquistamos
toda la Tierra.
Aquellos
que no pudieran resolver los problemas del ambiente o aprender con rapidez de
los errores no vivirían lo suficiente para pasar sus genes, y aquellos que no
cooperaran con otros miembros del clan no vivirían por mucho tiempo y quizá no
lograran dejar sus genes en la descendencia. El efecto final de esta evolución
es que no nos volvimos más fuertes sino ¡más inteligentes!
Y eso sucedió…Gracias a los cambios en nuestro cerebro.
Durante cien mil
generaciones, desde que inventamos las hachas de piedra, aquellos genes que
fomentaban las habilidades para relacionarse y la tendencia a cooperar fueron
haciéndose fuertes entre los humanos. Hoy vemos esos resultados en el
altruismo, la generosidad, la preocupación por la reputación, la justicia, el
lenguaje, la moral y la religión. Esto ocurrió gracias a la interacción de dos
poderosas características del cerebro. Por un lado, una base de datos donde
guardamos conocimiento, como un disco rígido, y, por el otro, la habilidad de
improvisar con esa información.
Úsalo
o piérdelo
Es
muy probable que cada uno de ustedes mis lectores del blog pueda, salvo alguna condición de salud
particular, correr una maratón de cuarenta y dos kilómetros. Para esto uno debe
prepararse, entrenar, cambiar la alimentación y tener mucha disciplina. Lo
mismo pasa con ese “músculo” cerebral creativo que todos tenemos; si no lo ejercitamos, es muy difícil que se
desarrolle. Como vimos, a medida que entramos en la escuela, el mundo se
hace cada vez más lógico, más racional. Si
lo dejamos de usar, como lo hacíamos de chicos, nuestro músculo creativo, y
esta habilidad se va perdiendo.
La neurociencia
ha demostrado mediante muchos estudios y distintas tecnologías que la habilidad
está allí. Se puede desarrollar, tengas la edad que tengas. Es vox populi, y
numerosos estudios lo han argumentado, que hay una actividad significativamente
mayor en el hemisferio derecho del cerebro cuando estamos siendo creativos. Las
redes neuronales de esta región, más allá de participar en procesos creativos,
se pueden ejercitar. Para ello hay que realizar esfuerzos conscientes a diario.
El
hemisferio izquierdo del cerebro trata con una cosa por vez y procesa la información
de manera lineal; además, es responsable de que podamos escribir, analizar,
abstraer, categorizar, usar nuestra lógica y nuestro razonamiento, juicio y memoria
verbal, utilizar símbolos y comprender la matemática. El derecho puede integrar
muchos inputs al mismo tiempo, nos brinda una percepción holística y logra
encontrar similitudes. Allí se basa nuestra intuición y aparecen los insights o
revelaciones. Además, experto en sintetizar, visualizar, reconocer patrones y relacionar
las cosas con el tiempo presente, es también el mayor responsable de nuestras
sensaciones.
Por ejemplo,
acordarse del nombre de una persona es función del hemisferio izquierdo
mientras que recordar la cara pertenece al derecho. Leer un libro que te
explique cómo jugar al tenis es función del hemisferio izquierdo pero sentir
cómo la pelota tiene que impactar en la raqueta, del hemisferio derecho.
Comencemos
con las técnicas para mejorar estos procesos:
TÉCNICA: AMBOS
HEMISFERIOS DEL CEREBRO
Escribe en una
hoja todas las ideas que se te ocurran sobre tu desafío creativo, que sean las
más deseables, extremas, sexis, las que parecen imposibles de realizar.
Escribe en otra hoja todas las ideas que
sean bien prácticas, lógicas, bajadas a tierra. Mira las dos listas y trata de
conectarlas para ver qué surge.
EJERCICIOS PARA ACTIVAR MÁS MI
HEMISFERIO DERECHO
- Leer una historia o un cuento de ciencia ficción o algo imaginativo
Los estudios
demuestran científicamente que cuando leemos un cuento, que requiere explorar
distintos significados y el uso de nuestra imaginación, estamos también ejercitando
el hemisferio derecho del cerebro. Leer historias, cuentos y novelas ejercita
las habilidades intelectuales que necesitamos para pensar diferente, de una manera
más creativa. Al hacerlo nos están invitando a poder explorar distintos significados,
obteniendo una interpretación no literal de lo que leemos.
- Hacer silencio.
Al participar de
actividades en las que no hablamos se suprime mucha de la actividad del
hemisferio izquierdo. Esto hace reducir la activación de patrones de
pensamiento de las redes neuronales dominantes. Es como bajar el volumen de
nuestra mente consciente.
- Actividad o juego que ejercite nuestra imaginación
Rompecabezas,
juegos de mesa, palabras cruzadas, improvisar teatro o música, bailar sin
coreografía y un montón de otras actividades relacionadas con todas estas. No
sólo nos ejercitan nuestra habilidad para generar múltiples perspectivas e
ideas, sino que también nos permiten cultivar una actitud divertida sobre el
proceso creativo. Somos mucho más creativos y exploramos mucho más ideas cuando
somos pequeños. ¿Qué mejor manera que cultivar este acercamiento practicando o
volviendo a ser niño?
- Abrazar la ambigüedad
Aceptarla es
crucial para poder acceder a múltiples significados, y eso es algo que le
encanta hacer al hemisferio derecho. La ambigüedad nos permite ver un mar de
distintas posibilidades. El profesor John Kounios dice que, si estás trabado en
algún problema difícil, pongas tu despertador unos minutos antes que de
costumbre para que te dediques un tiempo semidormido acostado en la cama. Es
allí donde tenemos nuestros mejores pensamientos. No te olvides de anotar lo
que se te ocurra.
Conclusiones:
Tu mente va a
seguir aprendiendo y cambiando hasta el momento en que mueras. Esto sucede
gracias a la capacidad de aprendizaje del cerebro, que implica capacidad de cambio,
también conocida como neuroplasticidad . En general, cuando esto sucede, los
resultados son alteraciones pequeñas e incrementales en la estructura neuronal,
que se van sumando a medida que pasan los años.
No estamos biológicamente destinados a ser menos creativos con la edad.
Tu juventud te hace más inocente e ignorante, lo cual te permite aceptar ideas
más radicales. Si sigues encontrando nuevos desafíos, entonces vas a seguir
pensando como un joven aunque tengas el pelo gris. Y en consecuencia ser
CREATIVO.
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