miércoles, 9 de diciembre de 2015

CEREBRO y MENTE



CEREBRO Y MENTE


A medida que conocemos nuestro cerebro, su evolución, sus límites y funciones, podemos aprender más de nosotros. Si bien muchas veces los eventos fortuitos se vinculan con los grandes descubrimientos de la humanidad, la frase del célebre bioquímico y escritor de ciencia ficción soviético Isaac Asimov, “la suerte favorece sólo a la mente preparada”, se ajusta mucho a las apariciones de las tan deseadas revelaciones creativas, que todos tenemos pero podemos prepararnos para tener más.

Hoy los estudios muestran que hasta un sesenta por ciento de nuestros problemas los resolvemos mediante dichos fenómenos. Esto significa que las personas no pueden explicar de manera lógica y secuencial cómo llegaron a una solución. Conocer lo más posible sobre el estado de tu auto antes de salir de vacaciones te asegura un viaje más seguro; entonces, conozcamos nuestro recurso más preciado, el cerebro, y preparémoslo para el viaje más importante… NUESTRA VIDA

 
Nuestro cerebro.


Sin duda, nuestro cerebro es el sistema más complejo de todo el universo. Gracias a los increíbles avances tecnológicos en el estudio de la mente, se cree que la neurociencia representará en el siglo XXI lo que representó la microbiología en el XX, la química en el XIX o la física en el XVIII. Si bien en los últimos diez años hemos aprendido sobre el cerebro más que en toda la historia de la humanidad, todavía queda mucho por resolver. ¿Cómo se produce nuestra individualidad como seres humanos, nuestros talentos, nuestra personalidad? 


Cada intención, cada sueño y cada comportamiento comienzan en el cerebro, que está diseñado para resolver problemas relacionados con la supervivencia en un mundo inestable y en constante cambio y movimiento. Esto lo realiza simplemente como estrategia de pura supervivencia para que podamos pasar nuestros genes a la generación siguiente. Para vencer los infortunios del medio ambiente a lo largo de la historia del planeta y hoy pertenecer al pequeñísimo grupo de especies privilegiadas que sobrevivió, podríamos decir que esto pudo suceder por dos alternativas: ser más fuertes o inteligentes que los demás. Es decir, agregamos músculos al esqueleto o neuronas al cerebro.



Evolución cerebral

CHARLIE PARKER


Los primeros protomamíferos  ancestros comunes a todos los mamíferos datan de unos ciento ochenta a doscientos millones de años atrás. Treinta millones de años más tarde aparecen las primeras aves. Ambos tuvieron los mismos desafíos que reptiles y peces: ambientes difíciles y predadores hambrientos. Sin embargo, en proporción a su cuerpo, los mamíferos y las aves desarrollaron cerebros más grandes.

Una diferencia importante consiste en que ni los reptiles ni los peces cuidan a sus crías, algunos hasta se las comen, y típicamente llevan una vida de solteros. Por el contrario, los mamíferos y las aves criamos a los pequeños y, en muchos casos, tenemos pareja, algunos para siempre. Dicho en términos de neurociencia, seleccionar una buena pareja, compartir la comida y mantener a los nuestros con vida requiere un proceso neuronal más importante; planear, comunicar, cooperar y negociar.

Hoy por hoy, la mejor evidencia para conocer cuándo nos convertimos en humanos es la fabricación de herramientas. Si viajáramos por nuestra historia, podríamos decir que hace unos 2,6 millones de años nos dedicábamos a garabatear en las rocas y romperlas. Hacíamos hachas de piedra del tamaño de la palma de la mano. Desde ese momento hasta hoy, el cerebro ha triplicado su tamaño.


Un millón de años más tarde, seguíamos con las mismas hachas de piedra, pero entonces empezábamos a hacerlas puntiagudas golpeándolas contra otras piedras. Nuestro primer ancestro directo, el famoso Homo sapiens, apareció alrededor de cien mil años atrás, y entonces se desarrollaba el córtex prefrontal. Luego algo increíble sucedió: cuarenta mil años atrás comenzábamos a pintar rocas, esculpir y fabricar joyas. Nadie sabe por qué el cambio fue tan rápido y abrupto pero la mayoría de los científicos le echa la culpa a la presión natural que el clima tan cambiante impulsó en la supervivencia de las especies.


Se cree que unos dos mil individuos conformaban nuestra tribu de primeros ancestros en África oriental. Cien mil años más tarde somos más de siete mil millones. La teoría que explica cómo crecimos tanto, dadas las circunstancias antes mencionadas, refiere que no tratamos de vencer al clima sino de adaptarnos a la variación. No nos importó la constancia del hábitat porque ésta no era una opción. En lugar de aprender a sobrevivir en uno o dos nichos, como la mayoría de las especies, conquistamos toda la Tierra.


Aquellos que no pudieran resolver los problemas del ambiente o aprender con rapidez de los errores no vivirían lo suficiente para pasar sus genes, y aquellos que no cooperaran con otros miembros del clan no vivirían por mucho tiempo y quizá no lograran dejar sus genes en la descendencia. El efecto final de esta evolución es que no nos volvimos más fuertes sino ¡más inteligentes!

Y eso sucedió…Gracias a los cambios en nuestro cerebro.


Durante cien mil generaciones, desde que inventamos las hachas de piedra, aquellos genes que fomentaban las habilidades para relacionarse y la tendencia a cooperar fueron haciéndose fuertes entre los humanos. Hoy vemos esos resultados en el altruismo, la generosidad, la preocupación por la reputación, la justicia, el lenguaje, la moral y la religión. Esto ocurrió gracias a la interacción de dos poderosas características del cerebro. Por un lado, una base de datos donde guardamos conocimiento, como un disco rígido, y, por el otro, la habilidad de improvisar con esa información.

Úsalo o piérdelo
Es muy probable que cada uno de ustedes mis lectores del blog  pueda, salvo alguna condición de salud particular, correr una maratón de cuarenta y dos kilómetros. Para esto uno debe prepararse, entrenar, cambiar la alimentación y tener mucha disciplina. Lo mismo pasa con ese “músculo” cerebral creativo que todos tenemos; si no lo ejercitamos, es muy difícil que se desarrolle. Como vimos, a medida que entramos en la escuela, el mundo se hace cada vez más lógico, más racional. Si lo dejamos de usar, como lo hacíamos de chicos, nuestro músculo creativo, y esta habilidad se va perdiendo. 
 
La neurociencia ha demostrado mediante muchos estudios y distintas tecnologías que la habilidad está allí. Se puede desarrollar, tengas la edad que tengas. Es vox populi, y numerosos estudios lo han argumentado, que hay una actividad significativamente mayor en el hemisferio derecho del cerebro cuando estamos siendo creativos. Las redes neuronales de esta región, más allá de participar en procesos creativos, se pueden ejercitar. Para ello hay que realizar esfuerzos conscientes a diario. 

El hemisferio izquierdo del cerebro trata con una cosa por vez y procesa la información de manera lineal; además, es responsable de que podamos escribir, analizar, abstraer, categorizar, usar nuestra lógica y nuestro razonamiento, juicio y memoria verbal, utilizar símbolos y comprender la matemática. El derecho puede integrar muchos inputs al mismo tiempo, nos brinda una percepción holística y logra encontrar similitudes. Allí se basa nuestra intuición y aparecen los insights o revelaciones. Además, experto en sintetizar, visualizar, reconocer patrones y relacionar las cosas con el tiempo presente, es también el mayor responsable de nuestras sensaciones.

Por ejemplo, acordarse del nombre de una persona es función del hemisferio izquierdo mientras que recordar la cara pertenece al derecho. Leer un libro que te explique cómo jugar al tenis es función del hemisferio izquierdo pero sentir cómo la pelota tiene que impactar en la raqueta, del hemisferio derecho.




Comencemos con las técnicas para mejorar estos procesos:


TÉCNICA: AMBOS HEMISFERIOS DEL CEREBRO
Escribe en una hoja todas las ideas que se te ocurran sobre tu desafío creativo, que sean las más deseables, extremas, sexis, las que parecen imposibles de realizar.
Escribe en otra hoja todas las ideas que sean bien prácticas, lógicas, bajadas a tierra. Mira las dos listas y trata de conectarlas para ver qué surge.

EJERCICIOS PARA ACTIVAR MÁS MI HEMISFERIO DERECHO


  • Leer una historia o un cuento de ciencia ficción o algo imaginativo
Los estudios demuestran científicamente que cuando leemos un cuento, que requiere explorar distintos significados y el uso de nuestra imaginación, estamos también ejercitando el hemisferio derecho del cerebro. Leer historias, cuentos y novelas ejercita las habilidades intelectuales que necesitamos para pensar diferente, de una manera más creativa. Al hacerlo nos están invitando a poder explorar distintos significados, obteniendo una interpretación no literal de lo que leemos.
  • Hacer silencio.
Al participar de actividades en las que no hablamos se suprime mucha de la actividad del hemisferio izquierdo. Esto hace reducir la activación de patrones de pensamiento de las redes neuronales dominantes. Es como bajar el volumen de nuestra mente consciente.
  • Actividad o juego que ejercite nuestra imaginación
Rompecabezas, juegos de mesa, palabras cruzadas, improvisar teatro o música, bailar sin coreografía y un montón de otras actividades relacionadas con todas estas. No sólo nos ejercitan nuestra habilidad para generar múltiples perspectivas e ideas, sino que también nos permiten cultivar una actitud divertida sobre el proceso creativo. Somos mucho más creativos y exploramos mucho más ideas cuando somos pequeños. ¿Qué mejor manera que cultivar este acercamiento practicando o volviendo a ser niño?
  • Abrazar la ambigüedad
Aceptarla es crucial para poder acceder a múltiples significados, y eso es algo que le encanta hacer al hemisferio derecho. La ambigüedad nos permite ver un mar de distintas posibilidades. El profesor John Kounios dice que, si estás trabado en algún problema difícil, pongas tu despertador unos minutos antes que de costumbre para que te dediques un tiempo semidormido acostado en la cama. Es allí donde tenemos nuestros mejores pensamientos. No te olvides de anotar lo que se te ocurra.
 

Conclusiones:
Tu mente va a seguir aprendiendo y cambiando hasta el momento en que mueras. Esto sucede gracias a la capacidad de aprendizaje del cerebro, que implica capacidad de cambio, también conocida como neuroplasticidad . En general, cuando esto sucede, los resultados son alteraciones pequeñas e incrementales en la estructura neuronal, que se van sumando a medida que pasan los años.
No estamos biológicamente destinados a ser menos creativos con la edad. Tu juventud te hace más inocente e ignorante, lo cual te permite aceptar ideas más radicales. Si sigues encontrando nuevos desafíos, entonces vas a seguir pensando como un joven aunque tengas el pelo gris. Y en consecuencia ser CREATIVO.








 


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